miércoles, 27 de abril de 2011

Una vida trayendo vidas



La partera que revolucionó los nacimientos en el siglo XX, Ina May Gaskin, en la comunidad de La Granja, en Tennessee, Estados Unidos, visitó la Argentina y resaltó que las mujeres deben ser tratadas como diosas en el momento de parir, pero que no sólo en los partos en el hogar se puede llegar a nacimientos plenos. También incentivó a que las madres eviten la culpa y que la maternidad ofrece muchas oportunidades para conectarse con los hijos. Tiene 69 años, atendió 1200 partos en los que no murió ninguna mujer y sólo tuvo que recurrir en el 1 por ciento de los casos a cesáreas. Una historia de vida de una mujer que se dedicó a traer vidas.

Por Luciana Peker

Ina May Gaskin es la pionera en realizar partos en el hogar, en un lugar conocido como La Granja, en Tennessee, Estados Unidos, un icono de una comunidad sesentista que no pasó de moda y fue más allá del símbolo de la paz, pisoteado por los años. Ella se convirtió en esa década de nuevas búsquedas en partera (cuando conoció a Stephen, su actual marido, en 1968, después de su primer, y traumático parto, y él le enseñó cómo no tener miedo y ayudar a la gente a relajarse). Después, ella quiso aprender con Stephen a amarse para toda la vida y perduró no sólo en el amor: también, como partera profesional.

Pero ella no es una neohippie reivindicada, es, genuinamente, quien cambió el mundo de los nacimientos. Por eso, después de atender 1200 partos domiciliarios, a los 69 años, se convirtió en una experta en cómo ayudar, alentar y animar a las mujeres que dan a luz. Ella dice que, a pesar de sus arrugas y sus años, sigue ayudando a alumbrar porque la adrenalina es tan fuerte como una droga ilegal. Lo dice y se ríe. Lo dice y acaricia a Ulises Uriel, que tan sólo tiene 18 días y nació precoz, pero se acurruca entre sus brazos y se enlaza con los dedos amorosos y marcados por el tiempo y la vida de Ina. Ella contiene sus brazos para que Ulises sepa que sigue abrazado y abrigado como en la panza y desliza sus dedos –adornados con un anillo azul eléctrico que también marca sus ganas de color y coraje– para que el recién llegado sienta que hay aires de amor que acunan su sueño. Y, sienta o no la cuna de una de las parteras más revolucionarias del siglo XX, él concilia el sueño mientras Ina habla con Las 12.

Pero la sabiduría de Ina no se muestra sólo en ser una de las primeras mujeres que pusieron el cuerpo en hacer que el cuerpo de las mujeres (y no la palabra de los/las médicos) vuelva a ser protagonista de los nacimientos. La experiencia volcada en su dulzura y reflexión serena (que no suena radicalizada, sino amparadora de quien la escucha) también se demuestran en su flexibilidad, que aleja prejuicios y culpas: ella apunta a que los varones participen del nacimiento, a no hacer sentir en falta a las mujeres que no se animan a un parto domiciliario aunque compartan su filosofía y a que la actitud frente a la maternidad –si bien cree que está marcada por el momento inicial de la llegada al mundo– puede afrontarse con una mejor energía en cualquier momento de la vida.

Ina May Gaskin fue la presidenta de la Asociación de Parteras de Norteamérica y su apellido es el emblema de una técnica que descubrió en su trabajo –casi artesanal de alentar a las mujeres a resoplar sus fuerzas cuando la debilidad, el cansancio y el dolor fatigan la autoestima para continuar con el trabajo de parto– que se conoce como la “maniobra Gaskin” para resolver una mala posición en los hombros de los bebés.

Es la autora del libro Partería Espiritual (la naturaleza del nacimiento, entre el amor y la ciencia (publicado en la Argentina por Mujer Sabias Editoras) que recopila toda su experiencia de vida de traer vidas. También realizó su Guía para el parto. Y sigue escribiendo –ahora, por ejemplo, sobre la lactancia– y sigue acariciando, callando y pujando sus palabras para alentar a las mujeres a parir y a criar con amor y fuerza, como una antigua hechizera y una moderna experta que sabe acariciar –como a Ulises, el bebé que acaba de parir la partera argentina Marina Lembo– y que de eso enseña y de eso sigue aprendiendo. Ina visitó, por primera vez, la Argentina, invitada por el Proyecto Escuela de Parteras Comunitarias del siglo XXI (que motorizan la doula y comunicadora Sonia Cavia y la partera Marina Lembo con otras 32 mujeres más) y contó su historia de vida, brindándose, como en sus partos y como en su vida, a dar vidas.

¿Sólo puede haber partos plenos y disfrutables en las casas, granjas o lugares alternativos o también pueden existir partos dignos y lindos en un hospital porque una mujer no se anima o no puede tener a su bebé en su casa?
Ina May Gaskin: –Es posible tener un buen parto en un hospital, pero tiene que haber gente muy sensible para poder asistir a las mujeres. El más mínimo detalle puede hacer perder toda la energía que se mueve en el nacimiento.

¿La atención de los sanatorios privados es más cuidada y la de los hospitales públicos es más brutal o no hay diferencias entre la atención sanitaria paga y gratuita?
Ina: –El resultado es el mismo: la madre es disminuida. Es una falsa distinción entre lo público y lo privado. Las mujeres son disminuidas de la misma manera en ambos sitios.

Se está empezando a escuchar a mujeres que sienten culpa de no tener a sus bebés en sus casas. ¿Cómo hacer para promover los partos humanizados sin que las mujeres que no se animan o no pueden –por riesgos en su salud, porque su marido no las apoya, porque no tienen medios económicos, porque tienen miedo, etc.– no se sientan culpables?
Ina: –Es verdad que estos discursos, a veces, provocan una división en las mujeres que se sienten de un lado o del otro. Pero los partos domiciliarios pueden llegar a un 5 por ciento del total de los nacimientos que es una porción muy pequeña del total de alumbramientos. Pero es importante poder contar lo que sucede en estos partos: que las mujeres pueden vivir una experiencia linda y gozosa y que el bebé puede nacer en buenas condiciones. Es muy precioso eso que ocurre aunque sea sólo en el 5 por ciento de los casos. Y lo ideal es que eso se disemine. Es importante recordar esa energía intangible y que es muy fácil que sea ignorada. Sin embargo, no es una característica necesaria que se produzca sólo en los partos domiciliarios. En realidad, en el hospital se podría tener partos con conciencia de esa energía. Pero sólo con esa conciencia se puede generar un cambio.

Hoy se habla mucho del embarazo y el parto. ¿Pero cómo se aplica esta filosofía de maternidad a lo largo de la crianza de los hijos e incluso cuando crecen y son jóvenes o adultos/as?
–Mi hijo Pablo tiene 35 años y vive en Nueva York y yo lo sigo cuidando. Una cree que cuando cumplen 18 años se terminaron las responsabilidades, pero la maternidad sigue toda la vida.

La mayoría de las madres modernas sienten culpa: porque trabajan, porque no dieron la teta, porque no van todas las tardes al jardín de infantes o no pueden comprar una play station. ¿Qué se hace con esa culpa impuesta por la sociedad pero sentida por las mujeres?
–También es bueno practicar el perdón a una misma. Hay que ser compasiva con una como madre. Nunca se habla del padre perfecto, pero sí de la madre perfecta (risas).

¿Cuál fue su experiencia como madre? ¿Ha sentido culpa?
–Con mi primera hija, Sidney, que se murió a los 20 años, de cáncer de cerebro, viví una experiencia difícil. Cuando nació ella, yo tenía 26 años y era muy inocente e ignorante. En ese momento, se hacían fórceps de rutina. Y yo ni siquiera sabía que podía buscar otro obstetra. Tuve mi primer parto con fórceps y fui muy abusada. Mi estrategia fue quedarme callada para pasar inadvertida. El trabajo de parto fue lindo y me pude convertir en un animal pariendo. Pero cuando sentí necesidad de pujar me dieron anestesia que no era peridural y sí muy peligrosa. Ahí entré en una situación de tortura medieval y cuando nace mi hija nos separan por un día entero. Eso dejó una herida muy grande en mi relación con esta hija. Pero yo me podría haber dejado quebrar por esta herida y porque no pude ser una buena madre con ella. Reparé con mis otros tres hijos: Eva María, de 37 años; Pablo, de 35, y Samuel, de 34. Pero durante su enfermedad –que le llevó un año entero– luché por Sidney: fui una fiera luchando por ella y mi hija pudo ver una madre diferente y recién, 19 años después, pude reparar ese proceso. Pude estar en el momento cuando murió mi hija y tenía la cara exactamente igual a la de un recién nacido.

¿Cómo fueron los partos de sus otros hijos? ¿Siente que la diferencia en el momento del nacimiento también la marcó de una manera distinta como madre?
–Mis otros hijos fueron directo a las manos de las parteras de la comunidad y seguro que me marcaron de una manera diferente. Cuando en La Granja decidimos hacernos cargos de los nacimientos y se formó una hermandad entre las mujeres que asistían tu parto te trataban como una diosa en el acto pleno de parir.

¿Cómo nace su pasión por ser partera?
–Cuando Sidney tenía un año y medio, mi ex pareja me dijo “Vamos a ser hippies y vamos a California a escuchar a un hombre llamado Stephen”. Ahí conocí a Stephen (que es mi actual marido) y a otras mujeres que habían pasado por la misma experiencia que yo del parto con fórceps y que habían decidido no ir más al hospital. Me pareció muy valiente y me propuse volver a recuperar la conciencia de que cada nacimiento tiene que ser sagrado.

lunes, 25 de abril de 2011

Taller: El Parto es Nuestro

El objetivo de esta charla info-interactiva es la de entregar información actualizada a madres y sus parejas/ acompañantes que favorezca el proceso de gestación, parto, nacimiento y amamantamiento. En nuestro encuentro lograremos establecer el parto como una experiencia única en la cual debe primar el rol protagónico- madre-hijo/a con los/as padres/acompañantes, y nos acercaremos a la realidad de la atención del parto y nacimiento hoy en día en nuestro entorno, así como las recomendaciones para su óptimo desenvolvimiento.

Dirigido a: madres gestantes, padres y/o acompañantes y público en general interesado en el tema
Duración: 2 horas
Costo: $2,500 pesos por persona/pareja
Donde? Sede Mammalia, Parque El Litre
Cuando? Sábado 30 de abril, 2011

viernes, 22 de abril de 2011

PARIR por Marta Dillon


Una arruga del tiempo de despliega para tenderse entre las piernas de una mujer. Una mujer con las piernas abiertas, los genitales hinchados, las manos reconociendo lo que apenas pueden ver, convocadas como por un iman hacia el centro del placer.

El dolor fundido en el cuerpo.

El dolor como un maestro templando la paciencia. Y enseguida el alivio, rítmico. Un latido constante alterna el poder y la desmesura, la contracción y el desborde. Lo que ha empezado se desencadenará. Como una flor, como un volcan, el cuerpo de la mujer se abrirá cuando sea el momento como se abre su boca al grito, como se abren sus piernas bien apoyadas sobre la tierra, como se abren sus ojos cada vez que descubre que se partirá en dos, que de su cuerpo saldrá otro, conocido, acunado, intuido cien veces pero ahora fuera de ella, puesto en el mundo donde la mujer apoya sus plantas, firme, tal vez para buscar en la tierra el secreto de lo que siempre ha sucedido, lo que seguirá sucediendo.

Una mujer de parto como puente entre el cielo y la tierra. Un arco que disparará la flecha de la vida y mientras se tensa exibirá, de frente, el tamaño de su dolor, el inconmensurable tamaño de su poder, lo hondo de su boca, apenas un atisbo de la profundidad de su vagina, ahi donde la vida y la muerte entrelazan su abrazo; ese ultimo abrazo antes de saber que hostil, que seco, qué despojado es el mundo. Vendra otro despues, es cierto, el cuerpo de la mujer ahora madre rodeando tanto como pueda a ese cuerpo nuevo, inaugurando la nostalgia de haber sido uno hace un instante.

¿Quien puede mirar de frente a una mujer de parto? ¿Quien se anima a sumergirse en su dolor, en sus gritos, en su boca abierta? Hay que rendirse al poder de su milagro. Hay que brindarse de amor para no perderse en la oscuridad de su abismo.

Que las acuesten, que las tapen, que las aten, las dominen. Que las callen. Que diseccionen su vagina y lo que de ella se extraerá como si tratara de una cirugía. Que corten, que cosan, que no se porten bien, que las rasuren, que no ensucien. Asi se ha pretendido domesticar a la mujer de parto por no saber rendirse a sus pies, por no poder o no saber tender el puente del amor; quizas por evitar esa nostalgia básica por el refugio en el cuerpo de la madre. Imposible. Como un latido rítmico y constante, un llamado ancestral en el intervalo entre el dolor y el desborde, el deseo se presenta y es facil, es inexorable para una mujer de parto saber lo que quiere y lo que puede. Y hasta el tiempo se rinde y despliega su arruga par que quepán dos donde antes hubo uno.

Taller de Masajes y Yoga para bebés


Taller dirigido a mamás con bebés entre 1 y 12 meses que deseen conocer una forma especial de contacto con sus bebés, aprender técnicas para ayudar a la relajación y el bienestar general de sus hijos/as.

El taller se desarrollará en 2 sesiones: Jueves 28 de Abril y Jueves 5 de Mayo.
El valor por sesión es de $2.500 pero si tomas las 2 sesiones, sólo cancelas $4.000.
Los cupos son limitados, por lo que se pide confirmar asistencia por este medio o escribiendo a masajesparabebes@gmail.com
El horario es de 11:00 a 12:30

viernes, 15 de abril de 2011

Gloria Metcalfe: Las lecciones de una partera trotamundos


Por la selva latinoamericana, Angola, Mozambique, Paquistán y Nepal viaja la matrona chilena Gloria Metcalfe descubriendo los secretos de los partos humanizados. Desde si es mejor que la mujer esté en cuclillas o acostada en una cama, si se arropa con su propia manta o cuándo es recomendable poner suero. Su meta: que la mujer recupere el control sobre su minuto de dar a luz. Por María Paz Cuevas Fue la madre de su madre quien le contó sobre su propio nacimiento. Hace cincuenta años, la abuela materna de la matrona Gloria Metcalfe (55 años) atendía partos en casas en Ñuñoa y por eso había ayudado a su propia hija a dar a luz a Gloria en su dormitorio. Eso le contó a su nieta, que de niña era preguntona y quería saber qué hacía su abuela, por qué las mujeres la llamaban a veces en la mitad de la noche quejándose de dolor. Entonces ella le explicaba que ayudaba a esas mujeres a traer hijos al mundo. Que a veces se rompían unas bolsas de agua y que dolía, pero que era un proceso natural donde ella las acompañaba y les daba fuerzas, masajes, caldo, agüitas. Gloria escuchaba esas historias como si fuesen cuentos. Y más grande, cuando se tituló como matrona de la Universidad de Chile y empezó a trabajar en el Hospital Paula Jaraquemada, creyó que efectivamente lo eran. Ahí, los casi treinta partos diarios que había eran muy distintos de los que relataba su abuela partera. El rol de ella, como matrona, no era apoyar a la paciente, sino al médico. Las mujeres a punto de dar a luz se convertían en pacientes, es decir, en enfermas que pasaban de cama en cama: de la urgencia, al preparto y después a la sala de parto en pleno proceso de contracciones. "Es como pasa hasta hoy: las mujeres están juntas en una sala, con las cortinas corridas, de piernas abiertas mientras pasa cualquiera y mira. Esos son los partos medicalizados, basados en el temor de que exista una complicación, a pesar de que las complicaciones sólo se presentan en el 15% de los casos. El parto medicalizado hace que estés bajo control de otros en vez del tuyo", explica Gloria. Nueve años estuvo en el área de maternidad del hospital y se quedó con la sensación de que los partos no eran esos eventos mágicos que creía de niña, sino "degradantes". Por eso, aceptó la oferta de trabajo que le hicieron en el Ministerio de Salud para trabajar en el Área de la Mujer. Ahí estuvo otros nueve años, hasta que a fines de los 90 conoció en el trabajo a una consultora norteamericana de Usaid (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional de la Salud Materna) y ella la invitó a trabajar en el programa Mother Care de la misma organización para ayudarle al Ministerio de Salud de Bolivia a hacer protocolos y normas de atención en el parto, con el fin de disminuir la mortalidad materna. La Usaid hacía ese tipo de intervenciones en países en vías de desarrollo y Gloria rápidamente se sumó a su equipo de consultores. Dejó el ministerio y se fue a Bolivia. Y después de un año, aterrizó en Estados Unidos, donde también se contactó con miembros del programa de Obstetricia de la Universidad John Hopkins en Baltimore para quienes hasta ahora también realiza trabajos en distintas zonas pobres del mundo. Cuando llegó hasta Baltimore, donde conoció a su amiga, la enfermera Ann Davenport, con quien viaja capacitando, por fin se encontró con algo parecido a lo que hacía su abuela: una casa de parto. Gloria estuvo en una casa de parto de Texas dos semanas observando cómo nacían las guaguas, la mayoría de madres mexicanas que llegaron hasta ahí como inmigrantes ilegales. Y quedó sorprendida. En ese lugar había embarazadas acompañadas de matronas y familiares arriba de camas matrimoniales, moviéndose a su antojo antes de dar a luz, tomando agua para hidratarse, sin suero a la vena, tan sólo esperando el momento oportuno del nacimiento. Vio cómo una mexicana a punto de parir comía tacos entre contracciones. Y algo le hizo clic. "Fue recién ahí cuando me di cuenta de mi verdadero rol en un parto. No es el parto del médico ni de la matrona, sino el de la mujer". Hoy lleva más de diez años enseñando en distintos países subdesarrollados del mundo. Como consultora de Salud Materna de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) ha viajado hasta Ecuador, Bolivia, Perú, Guyana, Paraguay, Afganistán, Nepal, Mozambique, Ghana, Angola, Tanzania, Paquistán intentando mejorar la atención de la mujer durante el parto y disminuir la mortalidad materna instruyendo al personal que los atiende. Gloria intenta que la futura madre no sienta que todos, menos ella, tienen el poder de su propio momento de dar a luz. Trata de que la mujer vuelva a adueñarse de su parto. Como lo que hacía su abuela partera hace muchos años. Volver a nacer En 2000 Gloria se fue a vivir a Baltimore, desde donde estableció su centro de operaciones. Desde entonces tanto la Usaid como la Universidad John Hopkins la empezaron a enviar a misiones hacia distintos países del planeta donde la mortalidad materna todavía es altísima. "Tratamos de enseñarles a los equipos médicos cómo atender mejor y manejar complicaciones para prevenir muertes. Dentro de eso, intentamos mostrarles qué es un mejor parto". En estos viajes aprendió que andar trasladando a la madre de un lado a otro no tenía sentido en Mozambique: en una maternidad de la capital, un médico del lugar le ordenó a otra embarazada que caminara de la sala de prepartos a la de partos para dar a luz. Cuando Gloria venía por el pasillo, vio a la mujer caminando apenas, quejándose de dolor, pidiendo auxilio. En un instante, se dio cuenta de que la guagua, que venía prematura, colgaba entre sus piernas. Gloria atinó a poner su mano para que no cayera al suelo. Por eso, después, en una de sus capacitaciones en Guatemala, Gloria instó a una de las doctoras guatemaltecas a que se agachara hasta el suelo para examinar a una chica a punto de parir, que se había puesto ahí para capear el calor infernal que hacía. "¿Yo? ¿En el suelo?", le preguntó extrañada la doctora. "Sí pues, si ella está ahí". Al rato, tanto Gloria como la doctora figuraban de rodillas en el piso oyendo los latidos del niño que venía en camino. En Angola, comprobó que la mejor posición no era acostada, sino en cuclillas, en una tribu africana donde una madre, al momento de dar a luz y en plena intemperie, se afirmó de dos estacas, se agachó un poco manteniéndose de pie y empujó para recibir a su hijo en sus propias manos. Igual que en una maternidad de Nepal, cuando una madre, acuclillada, sin mayores alardes ni peticiones de ayuda, dio a luz, luego tomó a su bebé, lo arropó con una tela tradicional que ella misma traía, se levantó de la cama y regresó a su casa como si nada. En Brasil conoció las maternidades donde las mujeres tienen a sus hijos en cuclillas y con la compañía del padre. Ya había comprobado de sobra en las casas de parto de Estados Unidos que las madres pueden comer y beber en el trabajo de preparto si quieren. En Bolivia también: las mujeres indígenas no sólo tienen la tradición de parir en sus hogares con una partera, sino también de hacer ese momento lo más normal posible. Comen, beben y se arropan. Prefieren la casa antes que el hospital. Sin embargo, ha sido difícil transmitir esas ideas a los médicos y matronas de países subdesarrollados: la mayoría de ellos, como Chile, han seguido al pie de la letra el ejemplo norteamericano en el que el parto es lo médicamente supervisado de principio a fin. "Es difícil que acepten que un parto se puede hacer fuera de un hospital, sólo acompañado por una partera. La mayor parte del ingreso de un hospital es por embarazadas". Y aunque también ha aprendido aciertos culturales de tiempos ancestrales, Gloria ha tenido que derribar algunas tradiciones en pos de la salud de la mujer como en Bolivia o Perú donde las mujeres indígenas simplemente no acuden al hospital. "Allá creen que cuando una mamá sangra mucho después del parto es bueno porque se está limpiando. Creen que el edema es natural". En zonas como ésas, a Gloria le ha tocado instruir muchas veces a parteras analfabetas a punta de dibujos o palabras muy sencillas. También a médicos y matronas que se resisten a creer que volver a lo natural es lo mejor. Sentada en el patio de su casa en Olmué, donde vive desde hace cuatro años, Gloria sostiene un huevito de cerámica. En uno de sus costados se asoma la carita de una guagua. Es uno de los regalos que le dieron en uno de sus innumerables viajes enseñando volver al parto humanizado. "Somos nosotras las que tenemos que recuperar la conciencia del poder que significa parir. Al menos que las mujeres que quieran tener esta opción, de un parto menos intervenido donde ellas ejerzan el control, la encuentren. Y así se adueñen de su parto, algo que, a todas luces, es un milagro".

jueves, 14 de abril de 2011

DANZA ESPIRAL MADREBEBÉ


En este taller dirigido a mujeres gestantes practicaremos los movimientos que desde la antigüedad han realizado las mujeres con el fin de prepararse para dar a luz. Son movimientos que trabajan principalmente la zona pélvica pero también ejercitan la parte alta produciendo una mayor oxigenación, relajando y fortaleciendo la espalda. Propician una mejor postura y mayor contacto con el cuerpo, dando como resultado más energía y bienestar, más confianza y la posibilidad de participar más activamente en el parto, así como una recuperación postparto más rápida. Además, en los grupos se encuentra la posibilidad de compartir y celebrar el embarazo con otras mujeres con las que, por razones obvias, hay una gran empatía.

Se utilizan movimientos de la danza actualmente conocida como danza árabe o bellydance, que en realidad es una síntesis de diversas danzas ancestrales, evitando los movimientos más rápidos y bruscos practicados por las bailarinas que no están embarazadas.

Estos movimientos han sido practicados por las mujeres durante siglos, con el fin de preparar sus cuerpos para la maternidad. Existen danzas similares entre los marroquís, bereberes, beduinos, hawaianos, polinesios y maoris.

En la cultura occidental nos han enseñado que debemos dar a luz con dolor, y siempre que se acerca el parto llegamos con miedo y tensión en nuestros músculos, lo que en lugar de relajarnos favoreciendo el proceso de la naturaleza, lo hacen más difícil y doloroso.

Las mujeres debemos prepararnos para el parto y despertar esos músculos adormecidos que no suelen ejercitarse, fortaleciéndolos y aprendiendo a controlarlos poco a poco. Es importante que a través de estas clases pueden descubrir sus músculos y desarrollar movimientos suaves, circulares y ondulatorios en lugar de los movimientos bruscos y angulares que produce la tensión.

El ejercicio prenatal se está promoviendo cada vez más por sus beneficios durante el embarazo, el parto y la recuperación post-parto.

Es importante que se procure empezar a ejercitar a partir del 3er. mes, para propiciar una mejor integración de los movimientos a nivel neurológico, pero cualquier momento es bueno para partir.

Beneficios que ofrece la danza espiral

Las mujeres que hacen ejercicio regularmente tienden a tener un parto más rápido y menos doloroso.

Fortalece los músculos relacionados con el embarazo y, aunque parece que todo el énfasis está en el abdomen, trabaja intensamente la espalda, el canal del parto y el piso pélvico. Los movimientos de cadera y pelvis ayudan a tener fuerza y tono muscular durante el embarazo y recuperar los músculos después del parto. Fortalece los músculos de la espalda que cargan el peso del bebé durante el embarazo y previene el desplazamiento excesivo del centro de equilibrio que produce dolor de espalda y mayor sensación de cansancio.

El bebé se arrulla con la música y los movimientos oscilatorios de la pelvis.

Es un ejercicio de bajo impacto que ayuda a mejorar la condición cardiovascular, dando como resultado una mayor oxigenación, y conservar o mejorar la fuerza y la flexibilidad.

Al ejercitar el vientre y las caderas damos masaje, aumentando el flujo sanguíneo a esta zona y favorecemos una mejor digestión.

La danza con velos es un ejercicio aeróbico de bajo impacto que fortalece el corazón y los músculos de espalda, hombros y brazos y da mayor resistencia y energía a la vez que da espacio para que los pulmones, cuyo espacio se ha reducido, puedan respirar mejor.

Al danzar producimos endorfinas que nos ayudan a sentir mayor energía y bienestar, favoreciendo la curación y regeneración celular y reduciendo la sensación de dolor. También se reduce el estrés ayudándonos a dormir mejor.

Desarrolla la conciencia corporal al ponernos en contacto con nuestro cuerpo y nos ayuda a concentrarnos, dando como resultado mayor control y confianza en nuestro cuerpo.

FECHAS Y COSTO: Este taller comenzará el 19 de abril y se realizará cada martes y jueves de 9:00 a 10:00 horas.
DURACION DE CURSO: El curso dura 8 sesiones y tiene un costo de 10.000 (8 sesiones)
CUPOS: 8

Si necesitas más información y/o quieres reservar un cupo, escribe a mammalia974@gmail.com

miércoles, 13 de abril de 2011

¿Qué es el parto? Por Consuelo Ruiz Vélez-Frías, Comadrona


¿Es una maldición divina? ¿Es una terrible y peligrosa enfermedad? ¿es una función fisiológica imperfecta, humillante, de orden inferior?

Si alguien saliera un buen día a la calle, casete en mano, preguntando a la gente ¿qué es el parto? la respuesta seria casi unánime: El parto es una cosa terrible, un mal momento con mucho dolor y gran peligro? ¡Menos mal que la Ciencia, a base de drogas, aparatos, intervenciones y anestesias, lo va mejorando!

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Pero si se insistiera en preguntar: ¿En que consiste realmente el parto? Se obtendría la popular respuesta: No sabe/ No contesta.

En la civilización actual, la humanidad ha perdido la costumbre de pensar, de indagar, de intentar descubrir él" ¿por qué?" Y "¿para qué?" De las cosas, suponiendo que ya no hace falta hacerlo, que nos lo dan todo pensado de antemano.

Las maquinas han conquistado el mundo, nos han convertido en sus esclavos. Por eso no es extraño que la mayoría de las gentes no sepan lo que es un parto, que se tenga la idea de que, como la colada o el fregado de los platos, es un engorroso quehacer que antes ejecutaban las mujeres, pero que ahora se hace a maquina. La embarazada llega al hospital el día fijado para ello, la enchufan a gomas y cables y no tiene necesidad, ni quiere, enterarse de nada.

Si alguna tuviera la osadía y el descaro de preguntar: ¿Que drogas me meten en la sangre o en el raquis y para qué? ¿En que consiste el monitor y como funciona? ¿Cuales son sus ventajas e inconvenientes? ¿Qué es y como funciona la anestesia epidural? La respuesta seria con toda seguridad: Usted no tiene porque saber nada de nada. Para eso estamos nosotros, no intente pensar ni razonar, limítese a entregarse ciega y totalmente a quienes van a salvar su vida y la de su hijo y no pregunte como.

Aunque lo más probable es que, asustada, intimidada, por lo tremendo del trance, no se atreva a preguntar nada.

Yo creo que cada ser humano tiene capacidad de pensar y razonar; y, por tanto, derecho a preguntar y ser informado de la pura y escueta verdad, sin mentiras, falsedades ni exageraciones, sobre todo, en asunto tan importante para una mujer como el propio parto en el que, lógicamente, debería ser parte activa e informada.

¿Y que es verdaderamente el parto? He dedicado toda mi vida a este estudio (publiqué el primer libro en español, con él titulo: "El parto sin dolor"), me hice matrona, no para ganarme la vida, sino para poder investigar porqué era la única función fisiológica que en estado de salud dolía.

A mi juicio el parto es la parte más fácil y breve del largo y complicadísimo proceso de reproducción vivípara y como tal proceso esta contenido en la actividad universal del Cosmos, con la misma categoría que el movimiento de galaxias y sistemas. Sin duda hay un programa, un plan que rige el Universo y la repoblación de la Tierra, por medio del nacimiento de seres nuevos. Esto debe, por fuerza, estar incluido en el plan.

El embarazo y el parto se producen por una fuerza vital, invisible e inodora, la misma fuerza que hace girar la Tierra y trasladarse por su órbita alrededor del Sol, la misma que hace que las células de los cuerpos vivos se multipliquen y que determinadas de ellas, los "gametos", sean capaces de transformarse en "ovocitos" y "espermatocios" que, debidamente desarrollados y madurados, originaran, al fundirse, el "cigoto", la primera célula de un nuevo ser que posee la fuerza vital suficiente para convertirse en embrión, feto y niñ@, sin más intervención ajena que el aporte automático de los materiales de que se compone el organismo a través de la sangre de la madre contenida en la placenta.

El embarazo es la parte más difícil de la procreación y el cuerpo de la mujer lo lleva a cabo sin intervención ajena, una vez formado el cigoto que se desarrolla y crece de forma absolutamente espontánea.

¿Abandona la fuerza vital a la mujer en la última fase de la función? ¿O se la somete, innecesariamente en muchos casos, a una injerencia extraña, inútil y posiblemente perjudicial?

Consuelo Ruiz Velez- Frias.

Extraído de: http://porunpartorespetado.espacioblog.com/post/2009/02/24/que-es-parto-consuelo-ruiz-velez-frias-comadrona

sábado, 2 de abril de 2011

Charla gratuita ¿Quiénes son las doulas?


En este encuentro podrás aprender más sobre la labor que realizan las doulas (acompañantes del parto y postparto), su relevancia en la obstetricia moderna y en la partería tradicional, así como la situación actual de las doulas en América Latina y en Chile específicamente.

Después de una breve presentación, se abrirá una sesión de preguntas y respuestas para que las/os participantes puedan aclarar dudas, conocerán a mujeres que han trabajado con doulas en sus partos y podrán obtener información sobre cómo contactar a una doula.

Quedan todos/as cordialmente invitados/as!

Cuando? Viernes 15 de abril a las 10:00 horas en Sede Mammalia, Parque El Litre (Av. Uruguay con Hontaneda, frente a la Escuela de Medicina de la UValpo)

Taller: Reflexión de tu parto, 1era sesión


El parto es una experiencia única y trascendental que nos ofrece a todas las mujeres la oportunidad de crecer y transformarnos.

En este taller de 2 sesiones (8 de abril/22 de abril), proyectarás la creación de una reflexión escrita sobre uno de tus partos, la cual posteriormente te entregará herramientas para comprender mejor las emociones y acciones que estuvieron presentes a la hora del nacimiento de tu hija/o y que ayudarán entender de manera más profunda lo vivido.

Esta reflexión se realizará en base a un modelo para reflexión escrita que se explorará y detallará en la primera sesión, posteriormente se asignará un periodo de 2 semanas para su confección, y terminará con la segunda sesión de reflexión grupal en la que se explorarán las maneras en que se incursionó en la mente, cuerpo, y corazón, así como la relación con el entorno durante este momento único de la vida a través de las experiencias de cada una.

Sin duda será de aprendizaje personal y colectivo que permitirá avanzar hacia el futuro en todos los aspectos de la vida. No hay requisitos específicos excepto haber dado a luz (cualquier tipo de parto), sólo las ganas de participar y escribir, no hay limite de edad esperamos contar con la presencia continua de muchas mujeres (sus parejas y acompañantes son también bienvenidas-os)a lo largo del 2011, de distintas edades y experiencias de vida.

Cada sesión tendrá una participación de 12 personas. Reserva tu cupo enviando un mail a mammalia974@gmail.com

Dirigido a: mujeres que deseen reflexionar sobre alguno de sus partos, la pareja o acompañante que deseen invitar
Duración: 4 horas en 2 sesiones
Adhesión: $2,500 pesos por persona/pareja (valor incluye ambas sesiones)
Donde? Sede Mammalia, Parque El Litre
Cuando? 8 de abril y 22 de abril, 2011 10:00-12:00 hrs.

El Parto es Nuestro


El objetivo de esta charla info-interactiva es la de entregar información actualizada a madres y sus parejas/ acompañantes que favorezca el proceso de gestación, parto, nacimiento y amamantamiento. En nuestro encuentro lograremos establecer el parto como una experiencia única en la cual debe primar el rol protagónico- madre-hijo/a con los/as padres/acompañantes, y nos acercaremos a la realidad de la atención del parto y nacimiento hoy en nuestros servicios de salud y las recomendaciones para su óptimo desenvolvimiento.

Dirigido a: madres gestantes, padres y/o acompañantes y público en general interesado en el tema
Duración: 2 horas
Costo: $2,500 pesos por persona/pareja
Donde? Sede Mammalia, Parque El Litre
Cuando? Miércoles 6 de abril,2011