miércoles, 30 de junio de 2010

El Papel del Padre del Bebé Amamantado



Es muy afortunado el o la bebé que tiene una relación cariñosa y cercana con ambos padres. Los niños y niñas necesitan mucho contacto físico y cuando no están al pecho, los brazos cariñosos del padre son un lugar maravilloso para ellos/as.

La televisión a menudo muestra que la única forma de que un padre tenga un vínculo con su hijo/a es a través de la almentación con biberón. Sin embargo, no es la alimentación en sí la que da como resultado el vínculo madre-hijo/a, sino el contacto físico cercano que es parte de la relación de amamantamiento. Un padre no necesita dar un biberón para formar un vínculo de amor; sin embargo sí necesita invertir tiempo cargando, amando, jugando y relacionándose con su hijo/a.

El padre puede desarrollar una relación excelente aún con el o la bebé que parece necesitar tomar el pecho muy seguido. Intenten colocar al bebé sobre el pecho del padre después de amamantar. Mecer al niño o niña sobre su hombro es a menudo una actividad favorita para ambos. Muchos padres disfrutan poder enseñarle al niño o niña el inmenso mundo en que vivimos. Las cosas más sencillas le pueden llamar la atención al o la bebé, desde la parte interior de los gabinetes, hasta la parte superior de las puertas. Hay tantas formas en las cuales el padre puede estar involucrado que van más allá de cambiar pañales, darle el baño y calmar al o la bebé cuando esta molesto. ¡Hay que ser creativos! Pero más que nada, reconocer que los bebés necesitan a su madre Y a su padre, no solamente uno u otro. La respuesta consistente a las necesidades del bebé es una de las formas más importantes de ayudar a que desarrolle apego con sus padres. El o la bebé necesita saber que ambos padres respetarán sus necesidades. El padre debe llevar al bebé a su madre en cuanto necesite ser amamantado. El vínculo con el padre se fortalece cuando el vínculo entre la madre y el niño es estable y seguro.


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El apoyo del padre del niño o niña puede ser un eslabón vital en el éxito de la lactancia. El padre puede animar a la madre, protegerla de los comentarios negativos de parte de familiares o amistades, ayudar a calmar al o la bebé que está molesto/a, traerle a la madre de comer o de beber cuando está amamantando y más que nada, recordarle que el amamantar es una de las cosas más importantes que ella puede hacer para que su bebé tenga el mejor comienzo en la vida.

Sobre todo durante las primeras semanas, cuando la falta de sueño y los cambios hormonales pueden hacer que la madre dude de su habilidad para amamantar, un padre que sugiere "por qué no intentas una vez más" o que le recuerda a su compañera que "dicen que los bebés empiezan a espaciar más sus tomas después de estos días en que piden con mayor frecuencia, a las 3 semanas" puede ser de gran ayuda. Un padre quien trae almohadas para ayudar con la colocación del recién nacido o que le lleva el teléfono para que la madre pueda buscar apoyo para la LM está en realidad ayudando a alimentar a su hijo.

En algunas ocasiones el padre puede sentirse desanimado si no conoce a ninguna otra pareja que esté amamantando. Si los grupos locales ofrecen reuniones para parejas, éstas son una forma maravillosa para que los padres se conozcan y compartan sus dilemas, y aprendan qué hacen los demás para superar los retos que se presentan. Si no hay reuniones para parejas, es posible tener un día de campo para las familias del grupo local y ver cuán bien crecen y maduran esos bebés amamantados.

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La alimentación es sólo una pequeña parte del cuidado total que el o la bebé requiere.

El padre puede hacer una multitud de cosas, desde bañar al niño o niña, cambiar pañales, hacerlo eructar, calmarlo durante períodos de llanto y por supuesto, jugar.

Al padre ya le tocará alimentar al o el bebé con la introducción de alimentos complementarios alrededor de la mitad del primer año. De hecho el o la bebé puede aceptar otros alimentos mejor si los ofrece el padre, ya que a la madre la asocia con la lactancia.


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El papel del padre, sobre todo en los primeros meses, es primordialmente uno de apoyo y de cuidado de la madre para que ella pueda implementar el diseño natural de nutrir al niño al pecho. La relación del padre con los hijos mayores se hace aun más importante. Puede ser de gran ayuda para la madre que el padre se lleve a los hermanos mayores al parque o que les de su baño, etc. El padre también puede preparar la comida y ayudar con los quehaceres del hogar. Lo que se debe recordar es que la madre y el o la bebé necesitan estar cerca en forma continua. Esto puede resultar difícil para el padre durante los primeros meses. Realmente es un caso de recompensa postergada. Antes de que pase mucho tiempo, se vuelve evidente que este período de espera vale la pena cuando se cosechan los beneficios de ser el padre orgulloso de un bebé robusto que responde bellísimamente.

De: LLL Internacional

viernes, 18 de junio de 2010

MITOS Y REALIDADES


Prácticamente, todas las mamás pueden dar de mamar a sus bebés. Son muy raros los casos que contraindican la lactancia materna, sin embargo mirando hacia la realidad encontramos que muchas mujeres afrontan dificultades, concluyendo que no pudieron amamantar por diferentes motivos, “yo no producía suficiente leche” “en mi familia ninguna mujer pudo amamantar a sus hijos” “mis pechos son pequeños” “la forma de mis pezones no me permitió dar de mamar” “mi leche era aguada” “tenía hambre todo el día” “me decían que lo estaba malcriando” “no crecía lo suficiente porque mi leche no era buena” estos son tan solo algunos ejemplos a los que me enfrento a diario en mi consultorio y cursos. De haber sido correctamente informadas, se hubieran dado cuenta que en realidad eran MITOS, que se repiten y se transmiten, generando desconfianza en la madre que amamanta a su bebé.

Es por ello que en ésta sección elegí enfrentar cada mito con su realidad, para ayudar a las madres a estar bien informadas.

MITO: “Hay madres que no producen suficiente leche”

REALIDAD: Es prácticamente imposible que una madre no tenga la capacidad de producir leche. El bebé, al igual que cualquier cría mamífera controla la cantidad de leche que debe producir su madre, en nuestra especie hay que respetar la demanda del bebé, es decir, dejarlo que tome todas las veces que el bebé lo necesite, asegurando una correcta prendida al pecho. Hay que tener especial cuidado los primeros días, ya que puede ocurrir que los recién nacidos no despierten tan a menudo como lo necesitan, por lo que hay que despertarlos para que por lo menos mamen ocho a doce veces en 24 horas. Finalmente se concluye, que un bebé que succiona correctamente del pecho, respetando su demanda (que no debe ser inferior a ocho o doce veces en 24 hs.) y sin interrumpir la mamada, es capaz de controlar la producción láctea.

MITO: “La lactancia debe ser manejada por el adulto, se debe amamantar cada 2-3 horas quince minutos de cada lado, organizando la conducta del bebé y dejando ese tiempo para que se llenen los pechos”

REALIDAD: Este concepto fue difundido durante mucho tiempo (por lo que se sigue difundiendo aún hoy), sin embargo las investigaciones científicas han demostrado que la lactancia restringida a horario, está asociada al fracaso de la lactancia en un alto número de casos por no respetar las necesidades biológicas de los bebés. Es un concepto ANTIGUO que debiera ser desterrado. La lactancia es perfectamente controlada por las necesidades del bebé quién sabe cuando quiere y necesita mamar, si bien algunos siguen un horario bastante fijo otros son más impredecibles y no piden a ritmo fijo, todos lo hacen bien. El reloj apareció muchísimos años después que la humanidad amamantara. También es el niño quien suelta el pecho cuando está satisfecho. Por último las glándulas mamarias femeninas NO SON reservorios de leche que el niño deba vaciar en las tomas, solo son capaces de acumular un poco de leche, pero la mayor cantidad de lo que el niño consume se produce en el momento mismo de la mamada, mientras succiona.

MITO: “Está usando el pecho de chupete, y eso no esta bien”

REALIDAD: Los patrones de succión del niño varían de acuerdo con sus necesidades, de este modo el niño muestra una succión nutritiva y otra de consuelo (que es la que no está bien vista equivocadamente) Esto es por que el niño encuentra en el pecho no solo el alimento que necesita, sino también el contacto y consuelo que es tan importante como el alimento mismo, si el niño se siente solo, con miedo o si simplemente necesita el cariño de su madre seguramente pida nuevamente el pecho aunque hayan pasados pocos minutos de la última toma. Concluimos entonces que el pecho es fuente de alimentación y consuelo, iguales de importantes para el desarrollo del niño.

MITO: “La madre que amamanta debe tener una dieta especial y restringir ciertos alimentos, para evitar gases y cólicos en los niños”

REALIDAD: Es muy frecuente escuchar que la madre que amamanta no debe tomar gaseosas o ciertos alimentos que puedan cambiar el sabor de la leche, como ajo, coles, cebollas, que además pueden ser la causa de gases en los bebés. El único alimento que se relaciona con cólicos es la leche de vaca consumida por la madre (en algunos casos), el resto de los alimentos pueden ser ingeridos, y si bien es una realidad que la leche cambia de sabor y color por la dieta de la madre, eso no significa que el bebé no lo acepte, el bebé amamantado se habitúa a alimentarse con una leche que tiene distintos sabores, y esto tiene un importante sentido, ya que lo va entrenando para lo que será su comida cuando sea más grande. Sí es conveniente que la madre limite el consumo de café, bebidas colas, té, mate y chocolates; que pueden provocar irritabilidad y llanto en los bebés.

MITO: “Hay mujeres que tienen la leche aguada y no es buena para el bebé, porque no lo llena”

REALIDAD: Al comienzo de la mamada TODAS las mujeres tienen la leche con un color blancuzco transparente, eso es lo normal, sin embargo al final de la mamada podrán ver que es más blanca cremosa. Ese es el color normal de la leche humana y es excelente para los bebés tiene todo lo que necesitan. Cada especie mamífera tiene sus propias características, por ejemplo, la leche del canguro es rosada, la de la foca amarilla y la de la vaca es blanca (no comparar con la leche que estamos acostumbrados a ver en la heladera que es de vaca!) Cada leche está diseñada para la propia cría mamífera y sus necesidades.

MITO: “Los pezones adoloridos y grietas del pezón ocurren en mujeres con pieles delicadas, en quienes no prepararon sus pezones y en aquellas madres que tienen el bebé en el pecho por períodos prolongados”

REALIDAD: Está demostrado que nada de todo esto tiene un asidero científico, la incidencia de pezones adoloridos, como así también de grietas del pezón tienen la misma incidencia en las mujeres con distintos tipos de pieles, como también en aquellas que preparaban sus pezones de las que no lo hacían. Tampoco los períodos prolongados que el bebé pasa en el pecho es la causa. Lo que se sabe que SI provoca dolor y grietas es la mala colocación del niño al pecho, asociado a una mala prendida del bebé. Es entonces muy importante una correcta colocación desde el principio. Existen además causas infecciosas y vasculares que también causan dolor de pezones y que debe ser evaluada por el médico.

MITO: “El niño debe vaciar los dos pechos en cada mamada”

REALIDAD: Es mejor que el niño termine de tomar del primer pecho antes de ofrecer el segundo, aunque esto signifique que rechace el segundo lado durante esa toma. La leche del final de la toma es rica en grasas (aportando mayor cantidad de calorías) y ésta se obtiene gradualmente a medida que el niño va vaciando el pecho. Algunos niños si se los cambia en forma prematura, se llenarán con la primera leche, y no obtendrán el equilibrio natural entre la primera y la leche final. Como resultado el niño consumirá menos calorías, se mostrará insatisfecho, y puede ser una de las causas de no progresión de peso las primeras semanas. Además pueden presentar cólicos, deposiciones explosivas líquidas (por la gran cantidad de lactosa que toman por el cambio prematuro) y mostrarse irritable.

MITO: “Si ya incorporaste complementos perderás la lactancia”

REALIDAD: Existen diferentes situaciones que llevan a la madre a complementar con fórmula a sus bebés, pero SIEMPRE se puede revertir la situación y volver a la lactancia materna exclusiva si la madre así lo desea. Hay muchos recursos para volver a amamantar exclusivamente al bebé.

MITO: “Los bebés amamantados no duermen bien durante las noches”

REALIDAD: Que los bebés duerman solos y toda la noche es una pretensión culturalmente aceptada, que en realidad difiere de las necesidades nutricionales y psicológicas de los niños. Los bebés crecen a un ritmo acelerado y en la mayoría de ellos el 25% de la leche la consumen durante la noche. Por otro lado al ser inmaduros tienen un sueño superficial, que es un mecanismo protector del sueño de los niños. En la naturaleza todo tiene un sentido, y eso es lo mejor para los niños. A medida que el bebé crece, se irá adaptando a la vida y no necesitará despertarse tan a menudo. De todas formas, el bebé puede dormir cerca de su madre, así en el caso que despierte su hijo, lo puede colocar junto a ella y darle de mamar acostada y volver a dormir una vez que el niño haya terminado.

MITO: “Después del año la leche no es tan buen alimento”

REALIDAD: La composición de la leche materna cambia de acuerdo con las necesidades del niño, a medida que el niño madura. Pero la leche materna debiera seguir siendo su fuente primordial de alimentación durante los dos primeros años, a pesar de los seis meses complementada con alimentos. Si bien el niño al año recibe otros alimentos, la leche le aporta nutrientes esenciales para el desarrollo del cerebro, y defensas inmunológicas. Ya que el niño tarda entre dos a seis años en madurar su propio sistema inmunológico. Se concluye entonces que después del primer año no solo que es excelente, sino que además es irremplazable, ya que no hay otro alimento que le aporte lo que tiene la leche humana.

MITO: ”La baja producción láctea se hereda”

REALIDAD: La producción de leche no tiene nada que ver con la suerte o la herencia, sino que tiene que ver con la frecuencia que se coloca a mamar al niño, prendido eficientemente. Pero sí es importante reconocer que el hecho de que en el entorno de una pareja lactante haya otra madre que no haya vivido una buena experiencia, puede influir con comentarios poco felices en la nueva madre, disminuyendo su confianza. Esto no ocurrirá si está bien informada.

MITO: “Para producir leche hay que consumir leche”

REALIDAD: Es muy frecuente escuchar que la madre lactante debe aumentar el consumo de leche para hacer frente a la demanda de calcio aumentada por la lactancia. Sin embargo una dieta rica saludable de verduras, frutas, cereales y proteínas es todo lo que una madre necesita para nutrirse y producir leche. Es conveniente no aumentar el consumo de lácteos de lo que habitualmente consumía la madre, porque esto está relacionado a alergias en el bebé (por proteínas de la leche de vaca que pasan a la leche materna). El calcio se puede obtener de una gran variedad de fuentes no relacionadas con los láct6eos, como las verduras verdes, semillas, frutos secos y pescados como la sardina y el salmón. Por último ningún otro mamífero toma leche para producir leche.

MITO: “Algunos niños son alérgicos a la leche materna”

REALIDAD: La leche materna es la sustancia más natural y fisiológica que el niño pueda ingerir. Si el bebé muestra signos de sensibilidad relacionadas con la alimentación, en general se debe a alguna proteína ajena que ha logrado llegar a la leche materna, y no a la leche materna en sí (es frecuente cuando la madre aumenta el consumo de lácteos) Esto se remedia eliminando el posible alimento ofensivo de la dieta de la madre solo por un tiempo.

MITO: “Dar el pecho acostada aumenta el riesgo de infecciones de oídos”

REALIDAD: Dado que la leche materna es un fluido vivo, lleno de células del sistema inmunológico, anticuerpos e inmunoglobulinas, el bebé lactante tiene menos probabilidad de desarrollar infecciones de oído independientemente de la postura que se utilice.

MITO: “Dar pecho a demanda, genera niños dependientes y trastornos de pareja”

REALIDAD: El pecho a demanda es una necesidad de los bebés, cuando la madre responde a las necesidades de los niños ayuda al desarrollo de una personalidad segura en su hijo, que cuando sea más grande se traducirá en un individuo independiente. Sin embargo el bebé debe tener una relación de dependencia con su madre, porque la cría humana es inmadura desde el punto de vista fisiológico y psicológico. Pretender independencia cuando son bebés (que una etapa caracterizada por la dependencia) no está bien. El pecho a demanda es lo que naturalmente ofrece la naturaleza para que la madre responda sensiblemente a las necesidades de los bebés, esto genera una sincronicidad entre la madre y el hijo y fortalece el vínculo.

Los padres maduros se dan cuenta de que las necesidades del bebé son muy intensas, pero van disminuyendo con el tiempo. De hecho, el trabajo en equipo que se realiza al cuidar de un recién nacido puede unir a la pareja conforme aprenden a ser padres juntos.

MITO: “La lactancia materna demasiado frecuente, puede causar obesidad en el niño de adulto

REALIDAD: Los estudios científicos demuestran que los niños amamantados auto controlan la ingesta de acuerdo con sus propias necesidades, y es prácticamente nula la incidencia de obesidad. Es la alimentación con fórmulas lácteas, y la introducción precoz de alimentos complementarios la causa de que se vean afectados de obesidad al crecer, no la lactancia natural.

MITO: “El éxito de la lactancia depende del tipo de parto, de la forma de los pezones y del tamaño de lo pechos”

REALIDAD: El éxito de la lactancia está relacionada con la información que reciba la madre, su confianza en sí misma, colocar frecuente y eficientemente el bebé al pecho. Y no tiene que ver con la forma de los pezones, tamaños de los pechos o tipo de parto. Los pechos pequeños amamantan tan bien como los más grandes. La forma de los pezones en general no afectan la lactancia, sin embargo hay situaciones particulares, tales como pezones umbilicados o extremadamente grandes que tienen dificultades al principio, que pueden tratarse oportunamente por el médico con conocimiento en el tema. Finalmente, el tipo de parto, la medicación que recibió la madre o incluso complicaciones asociadas al posparto, pueden afectar el inicio de la lactancia, pero se puede revertir la situación.

MITO: “Si llora es por hambre, y porque la leche de la madre no le alcanza”

REALIDAD: Lamentablemente es muy frecuente asociar el llanto solo al hambre, esto es un error que conduce a la madre a suplementar con biberón a su bebé, convencida de que su leche no le alcanza. La realidad es que la única forma que tiene un bebé de comunicarse es con el llanto, y no solo indica que tiene hambre, con el llanto también pide contacto, consuelo, transmite miedos, insatisfacción, dolor, etc. Los padres aprenderán a satisfacer sus necesidades y a interpretar el llanto de su bebé, que no solo llora por hambre. La lactancia materna frecuentemente los calma, no solo porque le brinda alimento, sino porque además le da al niño el contacto amoroso de su madre, con su olor, su calor, sus latidos, su voz, su mirada. Amamantar, entonces es mucho más que brindar el alimento ideal, y el bebé lo puede pedir con mayor frecuencia que la sola necesidad de alimentarse. Entonces, si el bebé llora, la madre intuitivamente ofrecerá el pecho, porque su hijo se calma, y no significa de ningún modo baja producción. Por último si el bebé llora de hambre, lo que está pidiendo es pecho de nuevo y no un biberón.

Dra. María Fernanda Belmonte.

domingo, 13 de junio de 2010

El Sueño Infantil


El sueño es un proceso evolutivo

El problema más grave al tratar del sueño es pensar que todos los niños, independientemente de la edad que tengan, duermen igual. Es el primer fallo del conocido Método Estivill, y lo que imposibilita el hecho de generalizar a la hora de solucionar un determinado problema. Veamos por donde apuntan las últimas investigaciones para resolver los problemas del sueño y con las que se está trabajando.

El sueño es un proceso evolutivo

Imaginen un bebé de 6-8 meses gateando. Todo el mundo se admirará de la prontitud en la adquisición de sus metas locomotoras, porque todos sabemos cual es la evolución normal de un bebé. Pero imaginen que no tenemos ni idea y nos empezamos a preocupar cuando un bebé empieza a gatear porque.... ¿y si no se levanta nunca y no anda? Todos sabemos que, si no intervenimos, cualquier niño sano, a pesar de gatear a la perfección se levantará y andará. Por que andar es un proceso evolutivo que se adquiere con la madurez motora.

El sueño es un proceso evolutivo; los bebés nacen con apenas dos de las cinco fases de sueño que tenemos los adultos. A lo largo de los meses, y compenetradas con las necesidades biológicas del bebé, van apareciendo las otras fases. Esto es así porque, entre otras cosas, un bebé necesita comer frecuentemente (si no tendría hipoglucemias) y necesita protección. Si tuviera todas las fases de sueño como los adultos tardaría mucho más rato en hacer un ciclo completo (hay que pasar por varias fases para notar descanso) y eso resultaría peligrosísimo para ellos. Por eso, la naturaleza, que es sabia, hace que los bebés al nacer solo tengan fase de sueño profundo y una fase REM, pero no las otras, con lo que así se despiertan a menudo.

A los 6 meses ya tienen establecidas casi todas las fases, pero aún les cuesta pasar de una fase a otra. Están ensayando y por eso hay tantos bebes que suelen incrementar los despertares de los 6 meses en adelante.

La fase del sueño profundo es peligrosísima para el ser humano desde el punto de vista evolutivo, puesto que durante ella somos muy vulnerables. Para paliar esta circunstancia, la naturaleza, que siempre está de nuestra parte, intercala en las fases del sueño profundo “picos” de sueño ligero a modo de microdespertares. Si todo está bien, continuamos durmiendo y no nos enteramos, pero si algo no va bien, nos despertamos. Cuando los niños adquieren este dominio (que no se da hasta pasado el año, siendo normal que haya despertares por este motivo hasta los cinco años) duermen de un tirón, pero, en caso contrario, hay que darles más tiempo.

Ya sé que se oye hablar de bebés que duermen de un tirón desde los 6 meses, pero estadísticamente sabemos que no es lo más frecuente. En cuanto a los niños “estivillizados” se suelen despertar igual, pero están amaestrados para no llorar, continuar en la cuna y acabar durmiéndose al cabo de un rato (como hacen todos).

Si no intervenimos, cualquier niño sano adquirirá, un día u otro, el proceso y dormirá.

Otra cosa es que los padres aguanten hasta ese día. Cuando acuden a la consulta de un especialista no es porque los niños vayan a tener problemas de mayores (eso ya se puede descartar), sino porque los padres ya no pueden más. El especialista debería estudiar cada caso y ofrecer a los padres técnicas para que sus hijos aceleren el proceso. Pero no porque los niños lo necesiten, sino porque los padres no pueden más.

Estas técnicas varían según la edad del niño, su proceso evolutivo o su historial de sueño, por lo que no es posible dar una solución general. Sobre estas técnicas hay dos que han demostrado favorecer la adquisición del sueño correcto: el colecho y la lactancia.

Por lo que respecta al colecho, Mckenna demostró que los niños que dormían con sus padres tenían menos probabilidades de presentar el síndrome de muerte súbita del lactante y que, a través de la respiración de la madre, los niños aprendían antes a pasar de una fase a otra del sueño, ya que sincronizaban su respiración con la materna (hay fases del sueño que tienen una respiración diferente).

En cuanto a la lactancia, R. Debré y A. Doumic, comprobaron que los perritos amamantados dormían mejor que los alimentados con biberón. Parece ser que la succión al pecho cansa y relaja más, aparte que la leche contiene L-triptofano, un aminoácido que ayuda a la conciliación del sueño.

Rosa Jové

miércoles, 9 de junio de 2010

El Amamantamiento Histórico


Katherine Dettwyler en su libro, Amamantamiento, Perspectivas Bioculturales, relata que la práctica de amamantar hasta los seis años para los humanos comenzó a ser modificada, primero por el uso de fuego para cocinar (hace medio a un millón de años) y luego y más significativamente por el procesamiento de granos, moliendo o machacando, ambos proveyendo alternativas a vegetales no cocinados y carne animal cruda.
En Babilonia (3000 A.C.) se amamantaba durante 2 a 3 años.
Los Hebreos (Torah) mencionan un destete a los 3 años.
En Egipto el destete se recomendaba a los 3 años.
Los romanos creían que el destete completo no debía darse antes de los tres años de vida (Galen) o cuando tuvieran completa la dentición (Soranus).
En la Europa Medieval, el destete completo ocurría usualmente entre el año y los tres años de vida. En su libro, Mothering your Nursing Toddler, Norma Jane Bumgarner nos comenta:
“En India, influenciados por la creencia que cuánto más amamante un niño más años de vida tendrá, las madres amamantaban a sus niños lo más que pudiesen, a veces 7 o 9 años”. Los textos médicos en el período de Ayurvedic (1500 a 800 A.C.) recomiendan sólo leche del pecho para primer año, leches del pecho y sólidos durante segundo año, y el destete gradual después de eso.
Estudios etnográficos de sociedades pre-industriales muestran que el promedio de duración de la lactancia varía entre los tres y cinco años de edad de una cultura a otra y entre cada niño dentro de una misma cultura.
En el mundo musulmán, especialmente en África y el Sudán, el destete se rige por las enseñanzas del Corán, que recomienda hacerlo hasta los 2 años.
En 1951, en Mongolia, los niños eran amamantados durante 2 o 3 años, y tampoco era raro que un niño de seis o siete años quisiera ser amamantado para sentirse más seguro.
En Tsinghai, China, en 1956 las madres aún amamantaban durante varios años, 5 años no era inusual, o hasta que naciese otro niño.
En su libro, The Politics of Breastfeeding, Gabrielle Palmer menciona que “en el Este de Lincolnshire las mujeres amamantaban a sus hijos hasta los siete u ocho años de edad en 1820”.
Actualmente, en culturas no occidentales las madres amamantan a sus niños hasta los 3 o 4 años.
Las últimas pocas décadas de este siglo veinte son probablemente el único momento en la historia de la humanidad que los niños han sido completamente destetados en los primeros tres a seis meses de vida.
Según la antropóloga Katherine Dettwyler los seres humanos alcanzan autonomía inmunológica a los 6 años lo que sugiere que a través de nuestro más reciente pasado evolutivo los agentes inmunes contenidos en la leche materna estaban normalmente disponibles para el niño hasta aproximadamente esta edad.

Resumen de: Monica Tesone

jueves, 3 de junio de 2010

Control de Esfínteres




El control de esfínteres no se aprende. Se adquiere cuando el niño o la niña está maduro/a para ello. Caminar, hablar, comer, son funciones que se adquieren, cuando los/as niños/as están lo suficientemente maduros. Son adquisiciones paulatinas, lentas, que llevan mucho tiempo.

Aunque la estimulación puede influir en algunos/as niños/as, lo cierto es que todos intentarán caminar alrededor del año, comer alrededor de los 6 meses, y controlar esfínteres entre los 2 1/2 y 3 años. No hay ningún apuro, puesto que la edad para comenzar a hacer todas estas cosas, no tiene relación alguna con el desempeño posterior en la vida adulta, y a nadie le van a preguntar en la universidad, a qué edad aprendió a caminar. Los adultos deberíamos preguntarnos qué nos pasa que estamos tan apurados por conseguir logros en nuestros hijos/as.

Al haber fijado como "normal" la edad de 2 años para el control de esfínteres, nos hemos creado un problema y sobre todo, se lo hemos creado a nuestros/as hijos/as.

Bien entrada la segunda mitad del segundo año de vida (o sea, después del año y medio), algunos bebés pueden empezar a darse cuenta cuando tienen sucio el pañal, e incluso a saber cuando "se lo están haciendo". Este es un lento proceso que puede llevar alrededor de 2 años más, desembocando en el control de esfínteres.

Es frecuente escuchar a las mamás excusando a sus hijos/as que se lo hicieron encima, diciendo "estaba tan entretenido jugando, que se olvidó", o preguntando millones de veces antes de salir de cada lugar, si quieren hacer pis, o limitando la ingesta de líquidos a la noche para que aguante sin mojar la cama. Cuando el control de esfínteres está adquirido, estas escenas son infrecuentes. A los adultos y a los/as niños/as mayores no nos ocurren estas cosas.

Esperar a que llegue el verano

Aprovechar el verano para quitar los pañales es una conveniencia de los adultos. Así aprovechamos con el niño o niña de un año y medio, con el de 2, con el de 2 y medio indistintamente. Perseguimos entonces a los/as niños/as incansablemente preguntándoles si tienen ganas de hacer pis, les tocamos las ropas, los sentamos en el inodoro sin ganas, e invertimos preciosas horas en comunicarnos en este nueva escala de valores donde lo más importante, lo que pone feliz o triste a mamá, es "si me lo hice o no me lo hice". Quizás el mito del verano nos haya sido heredado de la época de los pañales de tela, pero hoy en día, con los desechables, con lavadoras automáticas, no hay motivo alguno para apurar los procesos evolutivos de nuestros/as hijos/as. Algunos podrán controlar temporalmente esfínteres, cuando todos estamos de vacaciones, y tienen a mamá todo el día consigo, pero al comenzar las clases, las exigencias, las separaciones, vuelven a "retroceder", dejando en claro que aún no pueden ocuparse de controlar esfínteres en situaciones donde están frágiles emocionalmente.

¿Qué nos pasa a nosotros?

Los adultos no hablamos entre nosotros de pises y cacas. La etapa de adquisición del control de esfínteres de nuestros/as hijos/as, nos enfrenta con muchas cosas que quizás nos cuesta ver: el placer de los/as niños/as al poder decidir casi por primera vez, si retienen su pis o su caca, y hacerlo donde y cuando lo desean; la delimitación de una zona de autonomía, de la cual quedamos excluidos. Es un espacio de poder, donde son ellos/as quienes deciden y les causa placer estrenar esta capacidad de hacerlo por sí mismos/as. Nos cambia radicalmente de lugar: aquí no podemos ordenar, ni forzar, ni apurar las cosas. Cada uno lo hace cuando quiere. Nos incomodan ciertos placeres de nuestros hijos... la succión, la masturbación (mi hijo/a no!!!, Jamás!!!!!) las conductas autoeróticas, y nos incomodan tanto que arremetemos contra ellos, en lugar de volver sobre nosotros mismos a ver qué nos pasa.

De día y de noche

El control nocturno merece un capítulo aparte. Aunque un niño/a controle esfínteres durante el día, pueden pasar aún muchos meses más hasta poder hacerlo por la noche. Usualmente se dice que luego de varias noches con el pañal seco, el o la bebé está listo para dormir sin él.

A la hora de pensar en esto, es importante tener en cuenta que:

El niño o niña debe estar de acuerdo y saber exactamente qué está ocurriendo, qué se espera de él/ella ("como hace varias noches que no mojas el pañal, ¿te gustaría probar dormir sin él? Te pondré un plástico debajo de la sábana para que no te preocupes si te haces pis, y probaremos. Si no quieres, probamos más adelante")
Como todo proceso, el control de esfínteres no es algo lineal, sino que habrá muchos avances y retrocesos. Esto es parte de lo esperable, y lo más importante es que nuestros/as hijos/as sepan que los acompañamos en este proceso y lo/a esperaremos todo lo que haga falta.

En cualquier orden de la vida, el reforzamiento positivo es beneficioso ("qué bien lo hiciste, estoy orgullosa de ti", "casi llegamos al baño esta vez, la próxima será mejor aún"). Bajo ningún concepto es aceptable que retemos al niño o niña, que lo humillemos, que lo ridiculicemos o comparemos con otros amigos o hermanos que ya han logrado el control de esfínteres. Recordemos que no hay nada que él pueda hacer para controlar. No depende de que se acuerde, de que esté atento, ni de nada de eso. Se debe estar maduro para eso, y humillarlos o pretender acelerar el proceso es tan ridículo e infructuoso como gritarle a una oruga pretendiendo que se convierta en mariposa.

Dobles mensajes

Una pregunta muy frecuente en las mamás que consultan, es que temen darle un doble mensaje a su hijo/a si le vuelven a poner el pañal una vez que se lo han quitado. Siempre se puede volver atrás. Los papás consultan atemorizados porque su hijo/a se ha vuelto "regresivo". No se puede hablar de regresión en un niño/a de 2 ó 3 años, porque no se puede regresionar a un lugar del que nunca se ha salido.

Otra preocupación muy común es la de los mensajes contradictorios. Personalmente creo que damos tantos mensajes contradictorios a nuestros/as hijos/as todo el tiempo, que en el peor de los casos, este sería uno más. Pero no lo es. El único mensaje debiera ser "Te acompaño, y si ayer pudiste estar sin pañal y hoy lo necesitas, te lo pondré". Los/as chicos/as tienen cosas mucho más interesantes que hacer a esta edad, antes que estar todo el día preocupados en sus pises y cacas.

Es común que lleguen al consultorio chicos/as con un diagnóstico de enuresis secundaria (que quiere decir que se hacen pis o caca luego de haber adquirido el control de esfínteres), cuando en realidad, indagando, invariablemente son chicos/as a quienes se les ha "sacado el pañal" demasiado pronto, y nunca han adquirido verdaderamente el control de esfínteres. En estos casos, sin importar la edad de quien consulta, la solución pasa por volver a usar el pañal, por el tiempo que sea necesario, sin vivirlo como algo humillante, como un retroceso o como un castigo, sino simplemente entendiendo que esta función debe terminar de adquirirse, y como adultos, acompañaremos todo el tiempo que haga falta.

Algo comenzará a cambiar cuando dejemos de decir "le saqué la teta, le saqué el pañal, lo saqué de nuestra habitación", y podamos tener la paciencia suficiente como para esperar a que sean ellos quienes nos indiquen el camino a seguir.

María Paula Cavanna

miércoles, 2 de junio de 2010

Sexualidad Femenina Durante la Gestación



La conveniencia de la actividad sexual
durante el embarazo, el puerperio inmediato
y sus consecuencias ha estado sujeta
durante largo tiempo a especulación. La
sexualidad siempre ha estado impregnada
de misterio, oscurecida por razones varias,
encarcelada en la ignorancia y objeto de
humor compartido en gran medida por el
mismo sexo.1 Sin embargo, la sexualidad
como expresión de la personalidad, es única,
personalizada e irrepetible, llegando a
ser un sello personal de cada pareja, y por
tanto cuando se enfrenta el proceso
reproductivo (gestación) debe existir un
proceso de aceptación y adaptación a él, y
a la variación del disfrute sexual en la medida
de las posibilidades y deseos.

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