lunes, 29 de noviembre de 2010

Iniciativa para un parto respetuoso con la madre


Primera Iniciativa de Consenso de la Coalición para la Mejora de los Servicios de Maternidad (CIMS)


Principios

Creemos que los fundamentes filosóficos de la atención respetuosa con la madre son los siguientes:

Normalidad del proceso del nacimiento

El nacimiento es un proceso normal, natural y saludable.

Las mujeres y los/as niños/as tiene las capacidades innatas necesarias para el nacimiento.

En el momento de nacer, los/as bebés son seres humanos concientes y sensibles, y deben ser reconocidos/as y tratados/as como tales.

La lactancia materna proporiciona la alimentación óptima para los/as recién nacidos/as y lactantes.

El nacimiento puede producirse de forma segura en hospitales, en centros de nacimiento y en el hogar.

El modelo de atención ofrecido por las parteras (comadronas), que respalda y protege el proceso normal del nacimiento, es el más apropiado para la mayoría de las mujeres durante el embarazo y el parto.

Protagonismo de la madre

La capacidad y la confianza de la mujer para dar a luz y cuidar de su hijo/a se ven potenciadas o mermadas por las personas que la atienden y por el ambiente en el que da a luz.

La madre y su hijo/a son distintos y sin embargo interdependientes durante el embarazo, el parto y la infancia. Su estrecha relación es vital y debe ser respetada.

El embarazo, el parto y ael postparto son hilos en el camino de la vida. Estas expereincias afectan profundamente a las mujeres, a los bebés, a los padres y a las familias, y tienen efectos importantes y persistentes sobre la sociedad.

Autonomía

Cada mujer debe tener la oportunidad de:

Experimentar un parto sano y gozoso para ella y sus familias, indepedientemente de su edad y circunstancias.

Dar a luz segun sus deseos en un ambiente en que se sienta segura y cuidada, y en que se respeten su bienestar, su intimidad y sus preferencias personales.

Tener acceso a todo el abanico de opciones en cuanto al embarazo, el parto y la crinaza de su hijo/a, y a información detallada sobre todos los lugares profesionales y métodos disponibles para dar a luz.

Recibir información completa y actualizaa sobre los beneficios y riesgos de todos los procedimientos, fármacos y pruebas que se usan durante el embarazo, el parto y el periodo postparto, con derecho al consentimiento informado y al rechazo informado.

Buscar no hacer daño (Primun non nocere)

Las intervenciones durante el embarazo, parto o postparto no deben ser rutinarias. Muchas pruebas, procedimientos, tecnologías y fármacos usados en la práctica médidca habitual comportan un riesgo para la madre d esu hijo, y deben evitarse si no existe una indicación científica específica para su uso.

El tratamiento de las complicaciones que pueden surgir durante el embarazo, el parto y el postparto debe estar basado en la evidencia.

Responsabilidad

Cada profesional es responsable de la calidad del cuidado que ofrece.

La atención a la maternidad debe basarse en las necesidades de la madre y su hijo/a, y no en las del profesional.

Cada hospital o centro de nacimento es responsable de la revisión y evaluación periódicas, de acuerdo con las evidencias científicas disponibles, de la eficacia, riesgos y tasas de utilización de los procedimientos médicos que aplique a las madres y a sus hijos.

La sociedad, a través de su gobierno y del sistema de salud, es responsable de garantizar el acceso de todas las mujeres a los servicios de maternidad, y de supervisar la calidad de dicheos servicios.

Los individuos son el último término responsables de tomar decisiones informadas sobre la atención sanitaria para si mismos ypara sus hijos/as.

Estos principios conducen a los siguientes pasos para la protección, promoción y apoyo a los servicios de maternidad respetuosos con la madre:

DIEZ PASOS DE LA INICIATIVA PARA UN PARTO RESPETUOSO CON LA MADRE

viernes, 19 de noviembre de 2010

Método de lactancia y amenorrea (MELA)


¿Qué es el método de lactancia y amenorrea (MELA) de planificación familiar?


El MELA es un método anticonceptivo que se basa en la infertilidad natural del postparto que ocurre cuando una mujer está amenorreica (sin regla) y amamanta plenamente.


¿Cuál es el mecanismo de acción del MELA?


La succión efectuada por el o la bebé inhibe la producción de las hormonas que se requieren para la ovulación. Si no hay ovulación, no puede haber embarazo.


¿Quién puede usar el MELA?


Las mujeres que cumplen con los tres criterios siguientes:


  • lactancia materna exclusiva o casi exclusiva

  • ausencia de menstruación desde el parto

  • han transcurrido menos de seis meses de postparto

Para usar el MELA, la mujer debe amamantar:



  • Inmediatamente después del parto

  • Con frecuencia, cada vez que el o la bebé lo pide, y sin horario

  • sin mamaderas, ni chupetes

  • sin dejar transcurrir largos periodos entre una alimentación y otra, de día y de noche

  • sin suplementos

  • incluso cuando la madre o el o la bebé estén enfermos

Ventajas



  • sumamente eficaz (por lo menos 98%)

  • fácil de usar

  • comienza inmediatamente después del parto

  • no se requieren suministros

  • no interfiere con el acto sexual

  • no tiene efectos secundarios

  • beneficia la salud de la madre y del o la bebé

  • compatible con algunas prácticas culturales y religiosas establecidas

Desventajas



  • no es una opción para las mujeres que no amamantan

  • puede ser difícil de mantener el patrón de amamantamiento

  • la duración del método es limitada

  • no protege contra las ETS (enfermedades de transmisión sexual)/VIH

LLLM-Vol 1, Año 1, No. 0, Sept 2004

lunes, 15 de noviembre de 2010

¿Qué es el vérnix caseosa?


El vérnix caseosa, también conocido como vérnix, es la sustancia blanca grasosa que cubre al o la recién nacido/a. Mucha gente dice que su textura es parecida al queso. Esta sustancia, hecha de aceite corporal y células muertas que él o la bebé ha producido durante la gestación mantienen la piel del o la bebé hidratada y protegida de la inmersión en el líquido amniótico. También le ayuda a descender por el canal de parto.


Los/as bebés prematuros/as nacen con más vérnix que los bebés nacidos/as de término.

El vérnix es una sustancia maravillosa que exhibe propiedades antioxidantes, antibacterianas, de limpieza y para regular temperatura. Este coloniza la piel con microorganismos después del nacimiento que previenen que la piel del o la recién nacido se descarapele. También un/a bebé que tiene vérnix en sus manos encuentra el pecho por su cuenta más fácilmente utilizando su propio olfato.

Un estudio publicado en The American Journal of Obstetrics and Gynecology en el 2004 arrojó:

"Que las proteínas inmunes innatas que se encuentran en el vérnix y el líquido amniótico son similares a aquellas que se encuentran en la leche materna. Mientras que el o la bebé se preparan para la vida extrauterina, el surfactante pulmonar (una sustancia producida por los pulmones al madurar) aumentan la cantidad de líquido amniótico, lo que hace que el vérnix se separe de la piel. El vérnix se mezcla con el liquido amniótico y es ingerido por el/la bebé que crece. Dadas las propiedades de esta mezcla, los autores concluyen que existe una “sinergía funcional y estructural considerable entre la biología prenatal del vérnix caseosa y la biología postnatal de la leche materna.”

En vez de bañar al o la recién nacido/a inmediatamente al nacer (práctica de rutina en el hospital), las madres deberían frotarlo en la piel del o la bebé!

lunes, 8 de noviembre de 2010

LA EXPERIENCIA DE AMAMANTAR EN MONGOLIA



Hay en Mongolia un dicho muy utilizado que afirma que los mejores boxeadores toman leche materna durante al menos seis años, afirmación muy seria para un país en el que el boxeo es el deporte nacional. Me trasladé a Mongolia cuando mi primer hijo tenía cuatro meses y viví allí hasta que cumplió tres años.

Criar a mi hijo en aquellos primeros años en un lugar donde la actitud hacia la lactancia materna es tan radicalmente diferente de las costumbres que prevalecen en Norteamérica me abrió los ojos a una visión completamente diferente de cómo podría ser todo. Los mongoles no solamente prolongan la lactancia materna, sino que además lo hacen con más entusiasmo y menos inhibiciones que casi nadie de los que había conocido hasta entonces. En Mongolia, la leche materna no es sólo para bebés; no se trata sólo de nutrición y definitivamente no es un tema sobre el que se imponga la discreción. Es la madera de la que estaba hecho Genghis Khan.

Al igual que muchas madres primerizas, no había pensado demasiado sobre la lactancia antes de tener a mi bebé, pero minutos después de que mi hijo Calum saliera, se agarró a la teta y durantelos siguientes cuatro años no parecía nada dispuesto a soltarse. Tuve suerte, porque en muchos aspectos la lactancia nos resultó sencilla: ninguna grieta en el pezón, rara vez un pecho ingurgitado. Mentalmente las cosas no eran tan sencillas: a pesar de lo mucho que amaba a mi bebé y disfrutaba del vínculo que nos ofrecía la lactancia, en ocasiones resultaba insoportable. No estaba preparada para la magnitud de mi amor por él ni para la intensidad de su necesidad de mí en exclusiva y de mi leche. “No le permitas que te convierta en un chupete humano”, me advirtió una enfermera canadiense pocos días después del nacimiento de Calum, que mamaba a todas horas, pero yo repasaba todos los posibles motivos de su llanto (¿gases?, ¿pañal? ¿infraestimulación? ¿sobreeestimulación?) y por lo general acababa dándole teta de nuevo. Me preguntaba si hacía bien.

Entonces me trasladé de Canadá a Mongolia, donde mi marido llevaba a cabo unos estudios sobre vida salvaje. Allí los bebés están siempre envueltos en varias capas de gruesas mantas, atados con cuerda como un paquete que no quieres que se rompa en el correo. Cuando un paquete murmura, se le pone un pezón en la boca. No se les cambia muy a menudo y nunca se les hace eructar. No hay ni siquiera una manos en las que poner un sonajero. Por supuesto, no hay ratitos boca abajo. Los niños permanecen envueltos hasta al menos los tres meses, y cada vez que emiten un sonido, se les da de mamar.

Esto resultaba interesante. A los tres meses, los bebés canadienses ya tienen actividades sociales, incluso natación. Algunos aprenden a “calmarse solos”. Yo daba por sentado que había muchos motivos por los que un bebé podía llorar y que era mi trabajo averiguar la razón y darle la solución adecuada. Pero en Mongolia, aunque los bebés puedan llorar por muchos motivos, sólo hay una solución: leche materna. Dejé de darle vueltas e hice lo mismo.

En Canadá la lactancia materna aún está rodeada de cierto misticismo, pero en realidad no estamos demasiado acostumbrados a ella. La lactancia se realiza en casa, en grupos de lactancia, quizá en alguna cafetería: rara vez se ve en público y desde luego nosotros mismos no tenemos recuerdos conscientes de haber sido alimentados con pecho. A esta íntima actividad entre madre e hijo se la trata con secretismo y educadas miradas hacia otro lado, y se considera casi igual que las demostraciones públicas de intimidad en una pareja: no es tabú, pero sí que causan ligera incomodidad y son educadamente ignoradas. Cuando el silencioso y angelical recién nacido se convierte en un niño activo resuelto a comunicar a todo el mundo lo que está haciendo a cada momento, bueno, entonces esos ojos se apartan con mayor rapidez e intensidad, a veces con el ceño fruncido.

En Mongolia, dar el pecho en público, en lugar de relegarme a la sección de “sólo mamás”, me puso decididamente en el centro de atención. Su práctica universal de dar pecho en cualquier momento y lugar, así como la cercanía en la que la mayoría de los mongoles vive, implica que todos están acostumbrados a ver un pecho en acción. Les alegraba ver que hacía las cosas a su manera (que por supuesto era la manera correcta).

Cuando daba pecho en el parque, las abuelas me brindaban sus historias sobre cómo habían alimentado a sus doce hijos. Cuando daba pecho en el asiento trasero de los taxis, los conductores levantaban sus pulgares por el retrovisor y me aseguraban que Calum se convertiría en un gran boxeador. Cuando paseaba por el mercado acunando a mi hijo en mis brazos mientras mamaba, los comerciantes me hacían un sitio en su puestos y le decían al niño que se lo bebiera todo. En lugar de mirar a otro lado, la gente se inclinaba sobre Calum y le besaba la mejilla. Si se soltaba de la teta en respuesta a la atención recibida, dejando mi pecho chorreando y completamente expuesto, no pasaba nada. Nadie se quedaba mirando, nadie apartaba la vista: simplemente se reían y se limpiaban la leche de la nariz.

Desde que Calum tenía cuatro meses hasta los tres años, allá donde fuera, oía una y otra vez lo mismo: “La teta es lo mejor para tu bebé, lo mejor para ti” La aprobación constante me hacía sentir que hacía algo importante que interesaba a todos; exactamente la clase de aprobación pública que *toda* madre reciente necesita.

Para cuando Calum cumplió los dos años, yo ya había descubierto lo útil que podía ser la lactancia materna. Nada hace que un niño se duerma más rápido, alivia el aburrimiento de un largo viaje en coche, o calma una tormenta que se cierne, tan rápidamente como una poca leche calentita de mamá. Es la ayuda más útil para la madre perezosa, y yo creía que le daba todos los usos, pero los mongoles lo llevaban más lejos.

Durante los inviernos mongoles, pasaba muchas tardes en en el yurt de mi amiga Tsetsgee, huyendo del frío glacial de fuera. Fue instructivo comparar nuestras técnicas de crianza. Cuando estallaba una pelea por los juguetes entre nuestros hijos de dos años, mi primera reacción era restablecer la paz distrayendo a Calum con otro juguete al tiempo que le explicaba los principios de compartir las cosas, pero esto llevaba tiempo y una media de éxito de tan sólo un cincuenta por ciento, En el restante cincuenta por ciento de veces, cuando Calum no quería dar su brazo a torcer y su frustración aumentaba hasta el punto de ebullición, lo cogía y le acunaba en brazos para amamantarle.

Tsetsgee tenía una táctica diferente. Al primer murmullo de discordia, se levantaba la camisa y empezaba a menear sus pechos con entusiasmo, diciendo: “¡Ven aquí, cariño, mira lo que tiene mami para ti!” Su hijo apartaba la vista de los juguetes para mirar las dianas de sus pechos y siempre se iba hacia ellos.


¿Media de éxito? Cien por cien.


Para no ser menos, adopté la misma estrategia. Allí estábamos, dos madres agitando los pechos como strippers compitiendo por atraer a un cliente. Si los abuelos estaban por allí, se unían a la representación. Los pobres críos no sabían a dónde mirar: la tranquilizadora plenitud de los pechos de sus madres, los mustios pechos planos de la abuela con su larga experiencia, o el extraño montón de carne que el abuelo se agarraba en su envidia de pechos. Por mucho que lo intente, no puedo imaginarme una escena similar en una reunión de la Liga de la Leche.

En mis clases prenatales en un pequeño pueblo de Canadá, donde nació Calum, nos mostraron la lactancia materna con un vídeo de una madre sueca de aspecto especialmente atlético, que daba pecho a su niño pequeño mientras esquiaba. La clase se estremeció: “Claro que es genial para los bebés, pero cuando ya empiezan a hablar y a andar...?” Todas parecían de acuerdo. Yo me callé.

Me tocó a mí sorprenderme cuando una de mis amigas mongoles me dijo que había tomado leche materna hasta los nueve años de edad. Me quedé tan boquiabierta y estupefacta que al principio me lo tomé a broma. Viendo ahora que mi hijo se destetó justo después de cumplir los cuatro años, me avergüenza un poco mi inflexible incredulidad. Aunque nueve años sea bastante edad para tomar el pecho, incluso para los mongoles, no está fuera del rango.

Aunque no siempre era fácil hablar sobre conceptos como “destete voluntario” con mongoles debido a la barrera idiomática, dar pecho “a largo plazo” parecía ser la norma. Nunca conocí a nadie que diera pecho a dos niños, lo cual me sorprendió, aunque debido a que los intervalos entre hijos son bastante largos, la mayoría de los niños dejaban de mamar entre los dos y los cuatro años.

Según UNICEF, en 2005 el 82 por ciento de los niños de Mongolia seguían con lactancia materna entre los 12 y los 15 meses y el 65 por ciento seguían entre los 20y los 23 meses. El último hijo parece que simplemente continúa, de ahí la niña de nueve años que tomaba pecho, y si la sabiduría popular no se equivoca, de ahí la fama de Mongolia en el boxeo.

Cuando a los tres años Calum seguía tomando pecho con el entusiasmo de un recién nacido y yo me preguntaba cómo surgiría el destete, sentí curiosidad sobre qué animaba a los niños mongoles a destetarse solos. Algunas madres me dijeron que su hijo simplemente perdió el interés. Otras dijeron que la presión de grupo tuvo que ver, (he oído a adolescentes mongoles burlarse de otros diciendo “¡Quieres los pechos de tu mami!” del mismo modo que se dice “¡Corre con tu mamá!”). Cada vez más a menudo, las obligaciones del trabajo obligan a destetar antes de lo habitual: los niños a menudo pasan el verano en el campo mientras que la madre se queda en la ciudad trabajando, y durante esta larga separación a la madre se le retira la leche.

Mi amiga Buana, de veinte años, me contó su lactancia, digna de medalla de oro: “Me crié en un yurt lejos, en el campo. Mi madre siempre me decía que me la bebiera toda, que era buena para mí. Yo creía que todas los niños de nueve años lo hacían. Cuando fui al colegio, lo dejé.” Me miró con un brillo travieso en los ojos “ Pero aún me gusta beberla a veces”.

Destetarse me parecía un suceso bastante definido. Siempre esperé que, en algún momento, las tomas se reducirían y seguirían reduciéndose hasta que cesaran por completo. Se me retiraría la leche y ya está. Bar cerrado.

En Mongolia no sucede así. Hablando de lactancia con mi amiga Naraa, le pregunté cuándo su hija, entonces de seis años, se había destetado. “A los cuatro años” me contestó, “a mí me entristeció pero ella no quería tomar teta más”. Entonces Naraa me dijo que la semana anterior, cuando su hija había vuelto de una larga estancia en el campo con sus abuelos, quiso tomar teta. Naraa la complació “Me imagino que me había echado mucho de menos" explicó, "y fue bonito. Por supuesto, yo no tenía leche, pero no le importó”.

Pero si “destetar” significa no volver a beber leche materna, entonces los mongoles nunca se destetan del todo, y esto es lo que más me sorprendió de la lactancia en Mongolia. Si los pechos de una mujer están ingurgitados y su bebé no está cerca, irá sencillamente preguntando a sus familiares, de cualquier edad o sexo, si quieren beber. A menudo las mujeres se extraen una taza de leche para sus marido para darles un capricho, o dejan una poca en el frigorífico para que cualquiera pueda servirse.

Aunque todas hemos probado nuestra propia leche, le hemos dado a nuestras parejas para que la prueben, quizá hemos echado una poca al café en una emergencia ¿no?, no creo que que muchos de nosotras la hayamos bebido a menudo. Sin embargo a todo mongol al que he preguntado me ha dicho que le gusta le leche materna. El valor de la leche materna está tan reconocido, tan firmemente arraigado en su cultura, que no se considera como algo sólo para bebés. La leche materna se usa comúnmente de forma medicinal, se les da a los mayores como una cura para todo, se usa para tratar infecciones oculares así como (dicen) hacer más blanco el blanco de los ojos y más intenso el marrón del iris.

Pero sobre todo, creo que los mongoles beben leche materna porque les gusta el sabor. Una amiga mía occidental que se extraía leche en el trabajo y dejaba la botella en el frigorífico de la oficina se encontró un día la botella medio vacía. Ella se rió: “¡Sólo sospecharía de que mis compañeros se beban mi leche en Mongolia!”

Vivir en otra cultura siempre te obliga a re-evaluar la tuya. No sé cómo hubiera sido dar pecho a mi hijo en sus primeros años en Canadá. La avalancha de observaciones positivas que recibí en Mongolia, así como la aceptación sincera de dar el pecho en público simplemente me asombró, y me dio la libertad de criar a mi hijo de una manera que me parecía natural. Además de las pequeñas diferencias en nuestras costumbres de lactancia, los detalles de cuánto y cuándo, concluí que había una diferencia más grande en nuestros métodos de crianza.

En Norteamérica valoramos tanto la independencia que aparece en todo lo que hacemos. Sólo se habla de qué come tu bebé ahora, y a cuántas tomas has reducido. Incluso aunque no seas la que hace estas preguntas, es difícil escapar de su impacto. Además se venden tantas cosas para que tu hijo se entretenga solo y te necesite menos que el mensaje es claro. Sin embargo en Mongolia, la lactancia no se identifica con dependencia, y el destete no es una meta. Saben que sus hijos crecerán; de hecho, un niño mongol normal de cinco años es mucho más independiente que uno occidental. No hay prisa por destetar.

Probablemente lo más valioso de criar a mi hijo en Mongolia fue que me di cuenta de que hay un millón de maneras de hacer las cosas, y que yo podía elegir cualquiera de ellas. Durante la lactancia de mi hijo tuve varias dificultades, y tomé y deseché ideas y prácticas en mi intento de forjar mi propio estilo. Me alegro de haber amamantado a Calum tanto tiempo: fueron cuatro años al final. Creo que la lactancia fue lo mejor para mi hijo, y que tendrá una influencia duradera en su personalidad y en nuestra relación.

Y cuando gane la medalla de oro de boxeo en la Olimpiadas, espero que me lo agradezca.

Ruth Kamnitzer vivió durante tres años en una tienda tradicional de tela en la campiña mongola mientras su marido,Steve, llevaba a cabo unos estudios sobre el gato de Pallas de Asia Central. Es licenciada en Conservación de la Biodiversidad y hoy en día vive en Bristol, Reino Unido, con Steve y Calum.

Traducido por Ana Isabel Chinchilla